
Día internacional de la mujer. una fecha más, extraída de un tragico acontecimiento sucedido en algún lugar del mundo, con la lamentable perdida de vidas humanas. Un hecho del que muy pocos hablan,pero muchas más personas ignoran.
En nuestro país, en diferentes sindicatos y organismos del estado se sucedieron los brindis, se obsequiaron flores a las trabajadoras, no faltando el clásico libro de regalo.
Tampoco faltaron las marchas, llevadas adelante con una concepción clasista, reivindicando las luchas de las mujeres a lo largo de la historia, junto con los permanentes y justos reclamos de ser equiparadas en lo laboral tanto en beneficios, salarios etc con el varón.
Desde un punto de vista de género, no hemos escuchado a nadie pedirle perdón a las mujeres de hoy, simbolizando en ellas a las mujeres del ayer.
Un perdón ancestral, un perdón histórico, un perdón contemporáneo.
Un perdón por arrastrarla de los pelos, por matarlas con piedras , por quemarlas en las hogueras.
El sexo masculino debería pedirles perdón por usarlas en las batallas, en las guerras dejando que otros sean los generales, mientras que ellas nos dejaron mitos y leyendas cargadas de emoción, valentía y heroísmo.
Perdón por torturarlas, violarlas, encarcelarlas, desaparecerlas, asesinarlas.
Perdón por tanta violencia doméstica, por tanto maltrato, por tanta subestimación.
Perdón por la carga de las responsabilidades diarias que les adjudicamos descansandonos en ellas.
Perdón por tantos secretos, conjuras y traiciones.
Por tantos abusos, por tanto cinismo e hipo crecía, deberíamos pedirles perdón.
Perdón por no reconocerles esa humildad que como genero poseen, humildad que se transforma en amor por los hijos y la familia. Amor por el hogar, que se transforma en el esfuerzo por el trabajo diario y consecuente. Tareas de extensas jornadas que se llevan adelante con la alegría compartida con otras mujeres, que se saben con el mismo destino.
Perdón por imponerles nuestro gustos, nuestra creencias, nuestros vicios, y con todo sentirnos insatisfechos.
Perdón por nuestro institucional machismo del que muy pocos hombres hablan de forma autocritica.
Un perdón por no reconocerles que desde que nacemos hasta que morimos estamos siempre al lado de una mujer.
Aunque nos parezca que estemos solos, en el ultimo minuto vendrá a tu encuentro; o a tu memoria, siempre una mujer.
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